20 de agosto de 2013

Violencia

Representaciones violentas
en la oscura caverna de mi cráneo.

Anoche fui agonista, autor
y público espantado
de una paliza.

A golpes lentos, contundentes
la saqué de casa. Recuerdo los pómulos.
En la calle, con el disimulo
surgió el amor.
Dulcísimo el orgullo de la entrega.
Parque de una ciudad soviética.

Por qué fui el agresor y no la víctima
no lo sé.
Un tabú insuperable
como fue insuperable aquel abrazo.

12 de agosto de 2013

Vio indios

En medio del bosque atlántico, profundo, fluvial, blando, misterioso, primitivo, prerromano. Vemos un tronco de un árbol que tan enorme es que sus hojas se pierden en lo alto y no sé su raza o especie o título de cartelito si hubiere. Quiero enseñarle que de un lado hay musgo y del otro no, respondiendo ello a que uno está en un sentido cardinal y el otro en el contrario, pero no recuerdo qué sentido es cuál y este tronco tiene musgo por todas partes.
-¿Cuántos años tendrá este árbol?
Me fijo en que dice árbol y yo no he hablado de árbol sino de tronco.
-No sé. Cien. Doscientos.
-Oh.
-Qué.
...
...
-Vio indios.

Apenas si habla



9 de agosto de 2013

Del fuego

Quemé todo. Lo metí en la papelera y prendí fuego. Todo lo que había escrito durante muchos años y arrastraba conmigo ardió en un ritual valiente. Archivos larguísimos de texto sin forma, de masa amorfa. Odiaba la obligación que sentía de volver algún día a leer todo aquello, que había crecido desmesuradamente y que, aun guardando semillas y, seguramente, ideas interesantes, requeriría de muchísimas horas y días y semanas (y ¿meses? ¿años? ¿Y si lo único que hacía a partir de ese momento se reducía a volver una y otra vez a lo mismo, a mi yo pasado, a mis restos, a mis restos de mí?) de trabajo para revisarlo, eliminar la mayor parte y dejar alguna cosa sobresaliente o prometedora.
Los primeros meses me sentía ligera y limpia, lista para comenzar, pero desde hace unas semanas tengo cada vez más clara la impresión de haber perdido algo, una de esas pérdidas frecuentes que no asustan porque sabes que has perdido eso, lo que sea, en casa y que tarde o temprano aparecerá. Constantemente siento que lo voy a encontrar, aquella masa amorfa mía, en una pantalla cualquiera, en un archivo oculto detrás de algún árbol o enterrado en el humus.
Hoy volví a safesync y no pude entrar. Llamé a Irlanda para ver si era posible recuperar la cuenta medio año después. Ni siquiera les dije que previamente había quemado todo. Sé que no podrán. Es un último intento desesperado de... ¿qué? ¡Si estoy aquí, ahora!
Escarbo en las cenizas. Busco algo y no sé qué es. Aquella ligereza ya no la siento. Ahora es pérdida. Pérdida. Personas, personas niños recuerdos lugares lágrimas sueños. Todo muerto.

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