16 de septiembre de 2015

Bofetadas

Decía que no podía tener hijos por el dinero. Porque eran muy caros. Le di una bofetada que la despeinó, pero no cayó al suelo. Siguió diciendo: piensa lo que quieras, pero es así. Son demasiado caros. El colegio, ¿sabes lo que te cuesta al mes? Le di otra bofetada y quedó de rodillas. Se levantó no del todo indignamente y se estiró la blusa. Tengo problemas para describir estas cosas porque no sé de marcas (no me importa, la verdad, esos escritores que parecen un catálogo de marcas me asquean), pero ella iba llena de cosas caras. Muy modernas y muy caras. Yo lo quiero llevar a un colegio de un pedagogo antillano que tiene un sistema de enseñanza que promueve la... Plaf. Esta vez no cayó tampoco. Se quedó unos segundos en silencio con el pelo sobre la cara y luego se lo apartó y se limpió la nariz con el dorso de la mano, aunque no tenía nada que limpiarse. Yo me estaba distrayendo de la rabia y empezaba a adoptar una postura estética. La próxima, a lo Gilda, me decía. Volvió. Que si viajes a Estados Unidos, que si clases de tenis, que si estos niños todo lo quieren de marca ahora porque sus amigos entonces le cayó otra que le dio la vuelta y la dejó sobre sobre rodillas y manos. Los collares hicieron algo parecido al movimiento ondulante de un chal de flecos. Yo que sé. Ya tenía el lado izquierdo de la cara rojo como un tomate porque yo siempre doy con la derecha. No me voy a arriesgar a experimentar con la izquierda y que me pase como en los sueños que quieres pegar fuerte y sólo acaricias o como cuando quieres escupir a alguien, pero en el último momento dudas y te cae un poco de saliva en la pechera. En total, que fue divertido. Por supuesto, ella siguió repitiendo lo mismo, incluso cuando la arrastré al barrizal y les dije a los niños que le saltaran encima. Sacaba la cabeza y decía ¡Un hijo te cuesta un millón de euros! y los niños venga jugar a escalarla. Nos fuimos y se quedó allí sola repitiendo que mejor no traer niños a un mundo horrible como éste, deshumanizado y sin valores ni creatividad. En el último momento se le acercó un perro y se puso a olisquearla.

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