23 de diciembre de 2016
Autopromoción
—Hola, amiga. Éste es mi poema de hoy. Espero que disfrutes tanto de mi poema al leerlo como yo al escribirlo.
—¿Te refieres al de la delectación armoniosa en tus pupilas?
—Sí.
—Bueno, yo no me voy a correr al leerlo como tú al escribirlo.
—Entiendo. Pues espero que disfrutes CASI tanto como yo, entonces.
—Bueno. Muy bonito, pero no hace falta que me los mandes por privado.
—Es para que disfrutes. Has dicho que era muy bonito.
—No tanto como para leerte más a ti que a cualquier otro poeta de la historia de la humanidad.
—Entiendo.
— :) Bien.
—Te mandaré menos. Cada dos o tres días.
Fea
1 de noviembre de 2016
Difuntos
Íbamos, intentando no hacer ruido, a ver los mausoleos neoclásicos de las antiguas familias ricas de la villa, que parecían pequeños palacios para jugar. Después íbamos a la zona de los niños, que no tenían lápida. Eran sólo unas elevaciones de la hierba, del tamaño de bebés que durmieran de lado, o boca arriba, a veces con una cruz, algunas incluso con una foto. Mirábamos las fechas con ojos asombrados.
El cura daba la misa desde el panteón de Concha Heres, un edificio enorme y de formas onduladas situado sobre un promontorio, al que algunas veces íbamos también a contar historias de terror. Nunca me dieron miedo los cementerios. Yo sólo tenía miedo en mi casa, de noche. Como tú, Monito.
Últimamente siempre llueve en difuntos. Planeo un alegre paseo hasta el cementerio con vosotros, para que juguéis entre las tumbas blancas, pero siempre hay una llovizna espesa flotando a la altura de nuestras cabezas y no puedo ir. Aún no nos hemos acostumbrado al cambio de hora y llega la noche cuando nos levantamos de la siesta y parece que hay que apagar las luces porque el mundo cierra los párpados.
10 de agosto de 2016
Ríos de terror
Porque acabo de ver que decía Damiano que decía Canetti: "Todos esos sentimientos inútiles, como los de los animales antes de ser sacrificados."
Todos esos sentimientos inútiles.
Como los nuestros antes de caer de rodillas, rendidos. Ríos plateados de terror.
22 de julio de 2016
Cuerpo
20 de julio de 2016
Esbozos
Qué triste.
Lo mío son los esbozos.
19 de julio de 2016
Amor
En la feria se pasean todos con grandes helados, sus voces y mentes son groseras y no saben lo que les conviene. Votan mal. El mundo es corrupto y la gente fea.
Tú lavas con tu dulce amor pies que no necesitan ser lavados.
Mira esa joven sentada a la mesa. Tiene papada y vello en las sienes. Le cuelga el labio. Mira la pantalla de su móvil. ¿La amas? Mira al borracho que se ha caído en la acera. ¿Lo amas? ¿O amas sólo aquello en lo que te reflejas con gusto?
¿Crees que no requiere esfuerzo amar?
15 de julio de 2016
Me dicen quienes me quieren
que no me meta en barahúndas
y no pretenda hacer oír
a quien no tiene oídos
y no quiera hacer ver
a quien no tiene ojos.
Porque me ven temblando y embarrada
me dicen que me vaya a mis poemas
a mis gifs mágicos. A mi silencio.
Que abandone la nave de los locos.
Agacho la cabeza y digo sí.
Y así siempre
y así siempre.
14 de julio de 2016
Carpetas
Monito, 9 años.
—Las carpetas son verdaderamente un invento fantástico.
—¿Verdad? Qué inteligente el inventor, eh —irónica.
—Ahora ya no tengo las cosas tiradas por la mochila.
—Vaya, pues cuánto me alegro.
—Yo antes pensaba que no existían.
—¿De verdad?
—Sí, creía que sólo existían las del ordenador. Pensaba "ya podía haber algo así en la realidad". ¡Y existen!
Adolescente
12 de julio de 2016
Amenazas
Yo tenía las manos ocupadas
susurraba amenazas:
te voy a comer el pie de nata
de melocotón
maldito provocador
tu pie es como un cerdito
y lo voy a devorar
Te voy a comer empezando por los pies.
Te voy a hacer cosquillas hasta que dejes de pedir más y más
y más.
27 de junio de 2016
Yo soy
-¿Yo no soy?
-No. Era una chica más joven que trabaja aquí, parecida a ti, pero no eres tú.
-Aquí no trabaja ninguna chica más joven.
-Pues tú no eres, te digo.
-Yo soy.
-No, no, te digo que no. Bueno, perdona, ¿eh? Era para preguntar por Irene. Pero si no eres tú, nada.
-Tranquila.
He estado mirando una y otra vez el vídeo en que Thich Nhat Duc se inmola y no grita ni mueve un sólo músculo. Permanece en paz en posición de meditación hasta que cae.
-S-sí… Perdona, ¿eh?
-Claro, no pasa nada. Tranquila.
-Dale recuerdos a Irene.
-No conozco a Irene. Pero soy yo.
25 de junio de 2016
Epistolario
16 de junio de 2016
Lluvia tibia
7 de junio de 2016
Lo que existe
3 de junio de 2016
Fósiles
La conciencia de la tragedia templa. Te encaprichas de la alegría como un niño y demasiada alegría provoca inconsciencia y vanidad. Hay que caminar de lado y un poco encogido.
Olvidas que una vez viste salir de una boca de alcantarilla un ratoncito muy pequeño. Te lo llevaste a casa, pero te riñeron y te mandaron tirarlo. Lo tiraste a un patio y al estrellarse contra el cemento murió. Durante semanas viste, cada mañana antes de ir al colegio y cada tarde antes de ir al colegio, cómo el ratoncito se iba pudriendo. Al final era sólo un rastro como el de un caracol.
Olvidas que hacía sol y parte del sol quedó con los árboles bajo la tierra. Durante millones de años.
Después un buen día llegó el príncipe encantador y abrió la tierra: allí estaban, erguidos bajo nuestros pies. El tiempo había aplastado el aire entre ellos y lo había convertido en carbón y así, blancos, gigantescos, aparecieron ante nuestros ojos.
Olvidas cuando te metías tras las puertas para llorar, cuando creías que llevaban a tus padres en furgonetas por comunistas, cuando el perro llamado Lagún pasó unos días en tu patio de luces. Representabas a la perfección el papel de amante de los animales.
Olvidas cuando saltabais al infinito. Así lo llamabais, ¿recuerdas? Saltar al infinito.
Era uno de esos pisos de los años 40 donde desayunaban niños obreros antes de que amaneciera y sonaran las sirenas. Había un patio de luces profundo y gris de humedad y hollín. El musgo crecía en las cañerías. Si mirabas hacia arriba veías trozos de cielo: cielo gris o cielo azul, nubes pasajeras, estrellas. Desde la ventana del servicio se salía al patio. En el borde de la ventana os poníais de pie con un espejo en las manos que reflejaba las cuatro paredes grises y rectas y el cielo, luminoso, al fondo del pozo. Saltabais gritando y aparecíais, girando sobre vosotras mismas con las faldas levantadas, en el cielo, donde flotabais como medusas.
Los últimos días de Pompeya en la belleza de una vida. El pequeño animal ramo, con los restos de comida como lentejuelas en el estómago, grabado en cera.
1 de junio de 2016
Títulos
31 de mayo de 2016
En el Waingunga
–Criaturas hermosas… no tembléis. Cuando decida cuál de vosotras será mi cena de esta noche no os daré tiempo para sufrir.
–Huid, huid por aquel lado –se decían unas a otras.
–Criaturas hermosas… Gracias por permitirme veros huir de mí –siguió diciendo para sí misma. –Sería un placer devoraros, pero he decidido seguir una nueva dieta…
Miró hacia lo alto, hacia unos frutos rojos e hinchados que colgaban de una rama no demasiado alejada. Subió por el tronco inclinado de un árbol y llegó tan arriba como pudo. Desde allí estiró la pata y con las zarpas intentó alcanzar los frutos. Falló un par de veces, pero la siguiente vez consiguió hacer caer el racimo, que hizo ruido al llegar al suelo. Bajó con la elegancia de que presumía y se sentó con las patas delanteras recogidas bajo su pecho, cual esfinge, frente a los frutos. Los miró con los párpados medio caídos durante un buen rato. Se relamió, intentando animarse a sí misma. Pensó, con palabras:
–Qué magnífico racimo de fruta.
Pero no sintió el interior cosquilleo que le producía la vista de una gacela.
–Qué color tan intenso.
Pero no sintió la saliva deslizándose por las comisuras de su boca como un río.
–Qué perfume embriagador.
Pero tuvo que decirse a sí misma que “embriagador” era una hipérbole, como mínimo. Dejó caer la barbilla sobre su pata y miró tristemente al racimo.
–Esta ranita siempre está intentando dominarme… Esta ranita enamorada de las gacelas me causa mucha congoja. Tanto la quiero a la ranita, a mi Mogwli, y tanto miedo me da su mirada de Hombre, que le he prometido algo triste como la mañana después de que la Flor Roja devore el bosque. Pero no me siento arder con estos frutos ante mí, no…
–¿Qué haces, Bagheera, viejo pedazo de noche? –dijo Mogwli, caminando hacia ella. - ¿Qué miras con tanto interés?
–Miro este estupendo racimo de fruta que me he de zampar ahora mismo de un bocado…
–Me alegro de que estés cogiendo gusto a la fruta, Bagheera.
–Sí, yo también me alegro… me siento limpia y buena –continuó. Mas el tono de su voz no reflejaba la alegría que decía tener en su corazón.
–Voy al lago, a pescar. ¿Quieres cenar una trucha conmigo, Bagheera? He prometido también cazar algo para Akela.
–No, ranita. Lo que yo quiero no necesito ayuda para cazarlo...
–Luego te veré, Bagheera… –se despidió Mogwli, con su cuchillo colgando del cuello como el colmillo de un tigre.
Bagheera olisqueó en torno mientras se decidía a hincar el diente en la fruta. Bullía el aire a aquella hora con millones de mosquitos y criaturas apenas visibles. Era estruendosa la selva. Alrededor suyo, en el suelo, una alfombra roja de frutos como el que se disponía a comer, mas ya podridos, le recordaba que pronto llegaría la estación de las aguas, en que la caza escasea.
–Ahora, es ahora cuando las gacelas son más… más….
Se puso a pensar en los muchos veranos que podía recordar y sintió un oscuro y agudo aguijón clavarse bajo su corazón. La fruta olía a hombre, a mercado. Así había olido cuando fue prisionera en su juventud, allá en Oodeypore. Allí, dentro de la jaula en que la mantuvieron cautiva, rodeada de aquel olor a hombre, deseó, casi constantemente, casi exclusivamente, poder correr tras una gacela. Tuvo miedo de no regresar jamás a la selva y soñó con las gacelas bebiendo en el río Waingunga y huyendo de ella, costado contra costado.
Se relamió, se levantó lentamente, y pensó:
–La ranita tendrá que perdonarme quiéralo o no.
Y se encaminó, silenciosa, por donde aquéllas habían huido.
30 de mayo de 2016
Cada noche te leo
Cada noche te leo. Anoche perdimos La isla del Tesoro. Desapareció. Así que empecé a leeros El bosque animado. No decías nada, atento como siempre. Cuando tuve que ir a consolar a Gatito, que lloraba en la otra habitación, te levantaste y preguntaste muy serio con tu voz de pífano:
—Pero, en este libro, ¿va a pasar algo y van a hablar o son todo esas tonterías del bosque?
Te gusta escucharme, aunque no entiendas mucho de lo que oyes. Pero necesitas un poco de acción, ¿verdad? Por supuesto, Monito.
Esta noche tendrás acción.
28 de mayo de 2016
Diálogos de amor
-No elaboras sentidos. No construyes nada. No haces nada con este amor. Eres estéril.
-¿Y qué demonios quieres que haga con el amor?
-Construir algo, una teoría, un diamante, paladearlo, hacerlo tuyo.
-¡Es mío!
-No. Es como si vivieras sobre la Tierra pero no fueras consciente de su generosidad. Y no me mires así.
-¿Cómo te miro?
-Con ojos de loco. Enfadado.
-¿Y cómo quieres que te mire?
-No quiero que me mires. Quiero que hables. Que digas algo. Eres como un trozo de madera. ¿No quieres nada?
-Te quiero a ti.
-¿Y cómo puedo saber yo eso? Querrías a cualquiera que cumpliera las mismas funciones.
-Sólo existes tú. Déjame en paz,
II.
-¿Qué me miras con ojos de loco?
-Voy a arder de pureza.
-¿Y qué quieres que haga yo?
-Nada. Esto es cosa mía. No te puedo querer así.
-¿Cómo?
-Duele. Demasiada pureza la de este amor.
-¡Y qué quieres que haga yo?
-Tengo que hacerlo real. Ensuciarlo un poco.
-Ensucia lo que te dé la gana.
De la otra le gustaron las nalgas especialmente. Más que las de ella. Y volvió. Más real, según él. Más tranquilo.
26 de mayo de 2016
Gente con y sin edad
Los que no tienen edad intentan averiguar si los excéntricos que ven por la calle son felices.
12 de mayo de 2016
Palacio
19 de abril de 2016
Heidi
Ojos cambiantes como el fuego
Como el agua
Como el surtidor del aire
¿No es la ira la ceniza del bosque
Que existió?
El deseo de declarar mi amor
Me ciega. No puedo callar este vuelo a ti.
Mi Heidi ven deshazte en mi pecho
Yo te acojo para la eternidad
Para el fin de los abismos sociales
Para la caída en lo claro
Yo te acojo y te bendigo
Bellísima Heidi atormentada.
Dime quién soy
Y yo pronunciaré cada día tu nombre.
7 de abril de 2016
Cuento de terror
5 de abril de 2016
Hermano sol
Tue so' le laude, la gloria e l'honore et onne benedictione.
Ad Te solo, Altissimo, se konfano,
et nullu homo ène dignu te mentovare.
Ad Te solo, Altissimo, se konfano,
et nullu homo ène dignu te mentovare.
Laudato sie, mi' Signore cum tucte le Tue creature,
spetialmente messor lo frate Sole,
lo qual è iorno, et allumini noi per lui.
Et ellu è bellu e radiante cum grande splendore:
de Te, Altissimo, porta significatione.
Laudato si', mi Signore, per sora Luna e le stelle:
in celu l'ài formate clarite et pretiose et belle.
Laudato si', mi' Signore, per frate Vento
et per aere et nubilo et sereno et onne tempo,
per lo quale, a le Tue creature dài sustentamento.
Laudato si', mi Signore, per sor'Acqua.
la quale è multo utile et humile et pretiosa et casta.
Laudato si', mi Signore, per frate Focu,
per lo quale ennallumini la nocte:
ed ello è bello et iocundo et robustoso et forte.
Laudato si', mi Signore, per sora nostra matre Terra,
la quale ne sustenta et governa,
et produce diversi fructi con coloriti fior et herba.
Laudato si', mi Signore, per quelli che perdonano per lo Tuo amore
et sostengono infrmitate et tribulatione.
Beati quelli ke 'l sosterranno in pace,
ka da Te, Altissimo, sirano incoronati.
Laudato s' mi Signore, per sora nostra Morte corporale,
da la quale nullu homo vivente pò skappare:
guai a quelli ke morrano ne le peccata mortali;
beati quelli ke trovarà ne le Tue sanctissime voluntati,
ka la morte secunda no 'l farrà male.
Laudate et benedicete mi Signore et rengratiate
e serviateli cum grande humilitate.
San Francisco de Asís, ca. 1224
21 de marzo de 2016
que lo contuvo. Pesa
la inmediata ausencia. Como piedra pómez,
como tu pecho en el cuenco de mi mano.
Sus poros, como los tuyos, brillaban de sudor salado.
La ausencia de los cuerpos desplaza su peso,
y tu cuerpo suave, como ninguno,
crea una ausencia como esta piedra
colocada en una repisa blanquecina
de recuerdos. Empuja a mi mano a reclamar
lo que nunca han conocido manos de amantes;
la naturaleza del cuerpo de otro.
Derek Walcott
This coral's shape echoes the hand
It hollowed. Its
Immediate absence is heavy. As pumice,
As your breast in my cupped palm.
Sea-cold, its nipple rasps like sand,
Its pores, like yours, shone with salt sweat.
Bodies in absence displace their weight,
And your smooth body, like none other,
Creates an absence like this stone
Set on a table with a whitening rack
Of souvenirs. It dares my hand
To claim what lovers' hands have never known;
The nature of the body of another.
Derek Walcott
Me atrevo a traducir.
Hay corales blandos y duros. Eso importa. Ha de tratarse de un blando coral, como éste de la página de wikipedia:
Pero, ¿tendrá poros el coral blando, el blando coral?
Estoy llena de preguntas.
¿Y ese «claim», afirma o reclama?
Pero seda. Traducir seda. Es amor.
20 de marzo de 2016
18 de marzo de 2016
Arqueología en gmail
Están resecas y crujen, al principio. Nunca creí que hicieran este ruido. Juro que las hay afiladas y chatas como abre-ostras. Las hay redondas y blandas, alargadas y jugosas, ácidas, dulces…
Soy un ser comunicativo. Muy comunicativo. Comunicativísimo.
Decía él: «A mí el deporte me ha salvado muchas veces la vida. ¿Cómo no lo voy a amar, hostia?» Se refería a las incontables caídas, días hilados tobogán abajo, durante toda su vida consciente, metiéndose todo lo que pillara y aullando por las esquinas. Siempre hace deporte como un poseso tras los delirios.Yo digo: «A mí expresarme me ha salvado muchas veces la vida, ¿cómo voy a prohibírmelo?» Porque escribir en soledad, con ambición de hacer algo que pese un poco, no es lo mismo que comunicarse así, sin masticar demasiado. Sintiendo cómo los jugos se nos caen de la boca.
Como no encuentro profesor que me enseñe a hacer mi página web, aprender por mí misma requeriría invertir en ello mis atesorados minutos propios y no encuentro tampoco un mecenas que me la haga porque sí, pues me trago mis palabras, y de momento, vuelvo.
Es lo que he hecho siempre en mi vida, al fin y al cabo: tragarme mis valientes palabras.
tejido
Caminaba por la Gran Vía con Monito de la mano. Cada vez había menos coches, oscurecía a una velocidad excesiva, y la acera por la que caminábamos se llenaba de andamios, como un bosque. Pronto no vimos nada. Todo era negrura. Pensé que habíamos retrocedido en el tiempo y que nos encontrábamos en una noche medieval sin un triste candil. Pero miré a lo alto y alrededor y la negrura era tan densa que me pareció imposible, no natural. ¡Ni una estrella! Nos dimos la mano. Ya no sé si era Monito o Medusa. Empezamos a notar algún movimiento, y nos dimos cuenta de que a nuestros lados pasaban seres parecidos a arañas, que se estrellaban contra los andamios. Por fin llegamos a la esquina. El único humano que vimos fue Firme, que tenía las ropas desgarradas y heridas por la cara y el cuerpo. Se sentaba y se sujetaba la cabeza con desesperación. Nos vio y tomó una estaca. «Agarrad lo que podáis», dijo. «Hay que luchar.»
Después de conseguir vencer algún obstáculo nos encontrábamos en una especie de granja, con molino, verdes prados y pasadizos. Es todo lo que recuerdo.
3 de marzo de 2016
Demonios
Sin duda, creo en los demonios, los que hablan al oído.
Ese ángel que se les enfrenta no tiene mas que luz.
En la angustia de la irreversibilidad.
Sí, creo en el diablo, el que se mira a sí mismo.
No tenemos más que mirarnos para volvernos demonios.
Nos miramos a nosotros mismos desde afuera, pobres diablos, como si fuéramos autores de una historia y protagonistas de esa misma historia. Es más: como si hubiera una historia.
La historia, el arma del diablo.
Los ángeles sólo tienen eternidad.
¿De verdad ofreciste tu alma? No lo creo.
Conceder los deseos es la segunda arma del diablo.
Lo tiene fácil. Luego los demonios se crean historias en nuestro oído espantado.
Desde luego que creo en el diablo.
27 de febrero de 2016
Vértigo
Sabe de sobra que puede hacerlo aún si empieza ya y no duda más, y se esfuerza. El heroísmo que supondría le remueve unas ganas apenas nacidas en algún lugar recóndito.
Sin embargo, deja la mirada perdida ante ella con la determinación del suicida, espantada de su vértigo.
25 de febrero de 2016
Hijo de puta
-Hola, hijo de puta. ¿Qué tal andas? –le dije, haciéndome la campechana. –Ay… -suspiré, como le había visto hacer a él, intentando dejar de reír, suplicando que no hablara.
Sospechaba de mi risa. Siempre sospecha de mí y se pone paranoico, con razón, cuando no puedo dejar de reírme en su presencia. Se pone trascendente, lo cual no hace sino empeorar todo el asunto.
-Bien –y miró al suelo. –Pensando en lo malos que son los humanos unos con otros.
¿Ese hombre quería matarme? Me deslicé al suelo apoyada en la pared, sujetándome la barriga. Dios, hacía mucho que no me reía así. Pegaba patadas al aire. Puñetazos en la pared. Sólo era capaz de decir con un hilo de voz estrangulada: “basta, basta, cállate, hijo de puta”. Le suplicaba, de rodillas, hecha un feto. Ahora se me caían las lágrimas.
-Hay personas que no piensan en las generaciones que nos sucederán.
Maldito sádico. No podía soportarlo más. Me arrastré como pude hasta la puerta y luego escaleras abajo, huyendo de él.
Se asomó a la ventana:
-¡Los objetos no dan la felicidad!
El último ataque tuvo lugar en un charco. Dios mío, cuánto hacía que no me reía así. Vino a mi lado, se agachó y, descubriendo por fin su verdadera naturaleza, me susurró al oído:
-Si pudiera actuar con el cerebro y no con el corazón que se me sale del pecho otro gallo cantaría.
Yo sólo podía rogar, gemir, entre los estertores de mi risa:
-Una ambulancia, una ambulancia –pero me hundía en el agua sucia. Me hundía…
Arriba, el cielo y las siluetas temblorosas de los edificios. –Adiós, hijo de puta…
18 de febrero de 2016
Cagliostro
El humor favorable
En el carril de lentos uno tras otro
dos viejos con bastón.
Adelantando difícilmente una ancianita
taca taca primoroso de aluminio
último modelo.
A la derecha la parada del autobús.
A la izquierda maniquíes desnudas.
Yo que me escabullo con mi refulgente
sillita todo terreno
y me meto entre ellos
a toda leche.
El niño que se asusta se agarra fuerte.
«Uf, ése sí que pasó cerca».
Un día habrá una desgracia,
loca del volante.
3 de febrero de 2016
Vértigo de dejarse caer
Nada más decirlo me quedé sin aliento me entró una flojera, como si acabara de llevar a cabo una maravillosa proeza de osadía, como si hubiera cruzado de un saludo un abismo con mis deslumbrantes vestiduras nuevas o hubiera escalado hasta un lugar vertiginosamente alto desde el que pudiera observar otro país del que había oído contar cosas fabulosas pero que nunca había visitado. Tampoco reparé en la desproporción de esas sensaciones con su causa: simplemente le había dado un nombre falso, como haría un bribón de poca monta al ser interrogado por un policía. ¿Es eso lo que experimenta un actor cuando sale a escena, esa ingravidez, esa repentina libertad, lo que Goethe llama en alguna parte der Fall nach oben, acompañado por su temblor de secreta y apenas contenible hilaridad?
Imposturas, Banville
Habla Banville, su personaje, este horrible Álex Vander, del mal, así lo digo yo. Habla del vértigo de dejarse caer, la hilaridad y el placentero escozor de asomarse mucho, incluso de caer, de caer un poco, sólo un poco.
2 de febrero de 2016
Una inteligencia
Imposturas, John Banville.
29 de enero de 2016
El cielo cae
El diálogo del mundo y lo que guardo entre mis cejas.
Bastan el aire y la luz para embriagarme.
Cabeza delicada
En enero.
Cielo cubierto.
Creía que había un secreto en las telas
Cuando me embebía en la calma de las madres.
Tenía doce años la primera vez que vi el llano. No podía creer que no fuera el mar.
Cuando acabó la segunda guerra mundial era una niña. Puse la frente contra la pared y dije: "Ha acabado la segunda guerra mundial".
Antes apretaba los puños por haber olvidado. Ahora río
Al redescubrir
Mi redescubrimiento.
Se ha levantado un viento caliente
Los árboles lo aclaman.
En pleno invierno
Agua tibia y clara en este estanque.
La sangre calma como río en llanura.
Rompe la mar en el bajío
La mar de fondo que viene de Islandia.
Toma este animal intacto de la mañana
Es tuyo.
Todo se llena de pájaros y espuma
Y un silencio casi perfecto.
Y si la vida fuera para siempre
Este constante desfallecer.
Qué maravillas no habría dentro
De aquel cráneo perfecto.
Pequeño mundo.
Sé tú el hombre que desearías que tu hijo fuera. Ámate así.
Epatar al burgués para cortejar a la clac.
Si tiene nombre, ya no preocupa tanto.
Sólo hay una muerte. El número es estadística.
La violencia no es dolor
hasta que pasa.
Luego, es el corazón
un bosque arrasado.
El poeta nunca mira solo. Y tú, menos.
El final no existe. Lo pone el autor.
No decidimos qué toman de nosotros los que amamos.
Todo lo que digo aquí es rigurosamente cierto: lo de la lluvia, lo del pájaro, lo del calor, lo de la tierra.
28 de enero de 2016
se abre el cielo al crepúsculo.
—¿Qué hacen?
—¿No ves el arco iris?
—Sí, pero qué hacen.
Palabras prohibidas
Women in love, Ken Russell, 1969 (basada en D.H. Lawrence)
No me gusta D.H. Lawrence, pero esa cita expresa mi pensamiento. La palabra amor debería estar prohibida, junto a otras cincuenta más o menos, cuyo significado se ha diluido hasta el punto en que se prestan más a ocultar que a mostrar, a no decir que a decir. Como mínimo deberían ser censuradas entre recién conocidos, y en público, y en los medios de comunicación. Los políticos y periodistas no podrían utilizar palabras como solidaridad, pobreza o progreso, sino que tendrían que explicar y describir el significado que deseen hacer comprender a los oyentes o lectores. La política volvería al foro. Los políticos tendrían que saber discutir, hablar. Se estudiarían lógica y retórica como asignaturas importantes.
Los niños en las escuelas no podrían decir que quieren paz en el mundo sino que deberían describir qué es lo que quieren; lo cual les resultaría muy difícil, con lo que a lo mejor podrían empezar por querer que papá y mamá dejen de gritarse. Un amante no podría decir te quiero; debería decir quiero pasar a tu lado el resto mi vida, o haces de mí una mejor persona o disfrutaría un buen revolcón ahora mismo.
Turbias e iluminadas
Chat
-Tú me pediste amistad.
-Salga inmediatamente o llamaré a la policía.
-Gilipollas.
-Oh, qué lamentable error. Yo no sé quién es usted. Yo no... Usted dice cosas muy feas, como de una cursilería grosera, de una grosería sensiblera.
-Tía, estás enferma.
-Oh, le he ofendido. Discúlpeme. Usted es como es, no puede evitarlo.
-Anda que te den.
-Quédese, se lo ruego. Mire, está oscuro. Todos los bares están cerrados. Solo facebook sigue abierto. Cuénteme algo, cualquier cosa con sinceridad absoluta. Si es así, lo que diga será diamante. Usted, ¿ama?
-Si no me dejas en paz te bloqueo, zumbada.
-No, no se vaya. Diga alguna brutalidad. Una brutalidad es a veces un diamante.
-Adiós.
Animales modernos
14 de enero de 2016
Hablar de ella
"Solo de vez en cuando puedo hablar un par de palabras de ella. Necesito olvidar todo lo que ella es, si debo hablar de ella. Tengo que fingirme como que vivió en tiempos antiguos, como si supiera algo de ella por una narración, si no quiero ser apresado por su retrato viviente y consumirme en el éxtasis y en el dolor, si no quiero morir la muerte de la alegría por ella y la muerte del dolor por ella."
Hölderlin, "Hiperión"
Citado en facebook por Bernal Díaz del Castillo
7 de enero de 2016
Buen gusto, sobriedad, simplicidad
[...] La sobriedad en poesía es pobreza; la simplicidad es grandeza. Dar a cada cosa la cantidad de espacio que necesita, ni más ni menos, he aquí la simplicidad. Simplicidad es justicia. Toda la ley del gusto queda contenida aquí. Cada cosa en su lugar y dicha con su palabra. Bajo la única condición de que sea mantenido un cierto equilibrio latente, y conservada una cierta proporción misteriosa, la más prodigiosa complicación, bien en el estilo, bien en el conjunto, puede ser simplicidad. Sólo la alta crítica, que tiene como punto de partida el entusiasmo, penetra y comprende estas sabias leyes. La opulencia, la profusión, la irradiación resplandeciente, pueden ser simplicidad. El sol es simple.
[...] Cualquiera que sea la abundancia, cualquiera que sea el enmarañamiento, incluso cuando es turbio, confuso e inextricable, todo lo que es verdadero es simple.
Esta simplicidad, que es profunda, es la única que el arte conoce.»
Victor Hugo sobre Shakespeare en 'Manifiesto romántico'.
Recogido por Sergi Bellver en facebook.