tag:blogger.com,1999:blog-48829177809353034082024-03-14T10:55:56.840+01:00hilo de sombraMi rostro es del color del viento. No me quejaréEstefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.comBlogger243125tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-65924566029863405942024-03-05T09:30:00.004+01:002024-03-05T09:30:51.233+01:00DueloEl frío me penetraba lentamente y reblandecía mis huesos, así que salía al césped a tirarme al sol con Abades. Salía del olor de la piedra al olor de la tierra. Salía y me tiraba al suelo con este libro que creía haber cogido al azar de la librería y otro que también creí coger al azar, pero que tan perfecta compañía hacía al primero que no, no pudo ser azar. Un librito sobre pintura romántica de Acantilado, de Rafael Argullol. Los leí a la vez. Salía al pequeño prado junto a la basílica y leía mientras el sol lamía lentamente mis huesos de espuma, y me expandía un poco. A veces había niños que se me lanzaban encima y me cabalgaban llorando. Otras turnaba a mi marido en la oscuridad de piedra para que él viera el sol. Se protegía los ojos al salir, como un vampiro. Vendimos muy poco. Cuando yo estaba erguida los que pasaban no se atrevían a mirarme porque espantaba. Pero me tendía sobre la tierra no del todo seca, sobre su exhalación. Me tendía sin tiempo. Abades es medieval, romántica, postmoderna, y su belleza deja los ojos en blanco. El mar estaba cerca y había un sol que no quemaba. Mis huesos, como el monte Saint-Michel en que levanta su abadía Éble en el libro, estaban hechos de agua y arena, y mi alma era de aire y fuego blanco. Todo lo había llevado la riada y los elementos se habían fundido en un caos claro y no se separaban. Como el paisaje sin forma que contempla el monje de Friedrich de la portada de no sé qué edición de Abades, así nos deshacíamos y fundíamos yo y el mundo, dulcemente podridos, blandos, amantes. Y cuando vuelvo a tomar como hoy el libro y lo empiezo me fundo otra vez y me deshago, dulcemente podrida, blanda, amante.Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-19544362430905595292024-03-01T17:12:00.008+01:002024-03-01T17:12:54.757+01:00Morir en paz<p>Habló así recientemente a uno de ellos; lo sabemos por la enfermera principal, que estaba allí y ayudó a sostener al agonizante. Era uno de esos que para terminar provocan una escena espantosa y no quieren morir de ninguna manera. Entonces Behrens lo llamó al orden: “¡Haga el favor de comportarse!”, Dijo, y el enfermo se calmó al instante y murió completamente en paz.<br /></p><p><br /><i>La montaña mágica</i>, Thomas Mann</p>Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-88631127992689901402024-01-24T16:59:00.000+01:002024-01-24T16:59:06.483+01:00<p> Allí -dijo- entra al servicio del poder que te ofrezca un
contrato más cómodo que este: poder comprar la vida de tu hijo con la
tuya propia. </p><p>* <br /></p><p>Del mismo modo que la canción se aúna con la voz que la canta, del mismo modo que el camino se aúna con la meta, del mismo modo que los amantes se funden en un abrazo, así el hombre se aúna con su destino, y lo amará como a sí mismo. </p><p><br /></p><p><br /></p><p>El acre del dolor, Isak Dinesen<br /></p>Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-46159833678550306882023-12-22T20:36:00.005+01:002023-12-22T20:37:35.194+01:00He salido sin gafas y con John Coltrane a la ciudad llena de luces y tiendas y gente con bolsas y perros y niños. No hacía frío. Flotaba yo entre la metralla, caminando rápido llevada por mi música, excitada por mi música y porque mi amiga no responde a mis mensajes y me he preocupado. ¿Por qué no responde al teléfono? Sin las gafas veo formas de luces como peces abisales. Han llenado los árboles escuálidos de bombillas doradas y cuelgan medusas luminosas en el aire. He llegado a su casa. No hay nadie. Es un primero de grandes ventanales y están todos a oscuras. Me tranquilizo. Ya llamará. Vuelvo a ponerme las gafas, a encender mi música, a quedar sola, y recorro la ciudad como un buzo. Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-32019902366317015702023-12-21T12:46:00.001+01:002023-12-21T12:46:05.427+01:00Anotar el mal<p>Pero es verdad que escribir no consiste en levantar la mano hacia el cielo. </p><p>Escribir no consiste para nada en bendecir. </p><p>Escribir es bajar la mano al suelo o a la piedra, o al plomo, o a la piel, o a la página, y es anotar el mal.</p><p> </p><p>P: Quignard, Las lágrimas, cit. Damiano<br /></p>Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-26974649900944493662023-05-12T17:18:00.008+02:002023-12-21T12:49:48.494+01:00Eisejuaz<br /><br /> Ángel del anta, haceme duro en el agua y en la tierra para aguantar el agua y la tierra. Ángel del tigre, haceme fuerte con la fuerza del fuerte. Ángel del suri, dejame correr y esquivar, y dame la paciencia del macho que cuida de la cría. Ángel del sapo rococo, dame corazón frío. Ángel de la corzuela, traeme el miedo. Ángel del chancho, sacame el miedo. Ángel de la abeja, poneme la miel en el dedo. Ángel de la charata, que no me canse de decir Señor. Díganme. Vengan aquí; prendan sus fuegos aquí; hagan sus casas aquí, en el corazón de Eisejuaz, ángeles mensajeros del Señor. Ángel del tatu, para bajar al fondo, para saber, cuero de hueso para aguantar. Ángel de la serpiente, silencio. Vengan, díganme, prendan sus fuegos, hagan sus casas, cuelguen sus hamacas en el corazón de Eisejuaz. <br /><br />***<br />"Mensajeros del Señor, vuelvan. Vuelvan para que pueda hablar al Señor.” Quedé sin fuerza. Quedé enfermo. Sin fuerza para levantarme, para trabajar en el aserradero. Abajo de un quebracho. Allí vi las arañas y una bandera que habían tejido desde el quebracho hasta el incienso, y allí estaban todas como las estrellas en el cielo. Yo pensé: “¿Irá tal vez a tejerse una tela para mi corazón?” No tenía fuerza, ni pude abrir los ojos. Y lloré. “¿Qué te hice para que me retires tus mensajeros? Ahora me tengo que morir.” Vacío de mensajeros, el corazón se estaba por apagar. Hueca, el alma por irse. Dije: Tanto sufrimiento, mi mujer no puede aconsejarme. Qué te hice yo. ¿Para esto me compraste?” Vi las arañas como pájaros en las lagunas, como pescados que bajaron por el río, todas juntas en la bandera tejida desde el quebracho hasta el incienso. “¿Una red se irá a tejer para pescar a los mensajeros y pegarlos de nuevo en mi corazón?” Pero nadie no me contestó. Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-37980771092563281672023-04-28T19:59:00.007+02:002023-12-21T13:00:39.586+01:00Sin euforia<p> Sin euforia.<br />Que cada día sin terror no sea un triunfo. <br />Y que la paz no sea un triunfo. Que nos tome sin euforia en su regazo.<br />Así, tranquilamente lo pequeño sin euforia, no lanzados, no caída. Sin euforia<br />y sin chirrido saborear lo suave casi aire casi nada sin euforia ni estridencia sin euforia<br />atravesar la tentación, atravesar la pena, existe, dime, la alegría sin euforia, atravesar las olas y la espuma sin euforia, dime, existen sin euforia los felices días del pasado y del futuro sin euforia. Sin duda existen la mirada sin euforia, la ternura sin euforia.<br />Albergaremos en la boca todo el cielo, sin euforia. <br /></p>Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-69466893330425946492023-03-18T18:11:00.006+01:002023-12-21T12:51:08.427+01:00SábadoMi cuarto, el escritorio, los cacharros. <br />Unas llamadas, algo rico de comer. <br />La sobremesa. Siesta. <br />¿Dónde está el sábado? <br /><br />Pasmada ante sus amplias praderías,<br />así me quedo.<br /><br />Aturdida como aquel zorro elegante<br />que vi en la noche deslumbrado por mis faros. <br />Y qué pequeño era.<br /><br />¿Dónde está el sábado?<br /><br />Ahora unas almendras con cerveza<br />un rato de lectura, una película. <br />Dónde está el sábado. <br />Dónde los sábados. <br />Dónde el invierno, dónde el año. <br />Dónde la vida. <br />Dónde está el sábado. Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-76518115838663005552023-02-28T21:21:00.008+01:002023-12-21T12:51:33.369+01:00Como una pluma<p></p><p>Yo quiero un hombre que me levante en brazos como una pluma, decía la princesa mientras se recogía el pelo para no salpicárselo al vomitar. </p>Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-13007016950294471882023-02-27T21:05:00.006+01:002023-12-21T12:54:08.936+01:00<p></p><p>Una luz poderosa en un mundo agujereado por Mi mano. <br /><br />El ángel,
la nave, el augur. El mago. Todos aliados para el bien de los humildes,
los que habitaban los barrios bajos de la ciudad. Aún eran de madera,
inflamables en ardores como la imaginación de una joven. <br /><br />Solo
podían rezar y a quién iban a rezar si no a mí, pensaba yo hasta que los
vi arrodillarse mirando al cielo, al suyo, no a donde yo estaba, en un
plano oblicuo, en una dimensión que ellos no percibían, no podían ver.
Rezaban al cielo que yo había dibujado, un cielo sin profundidad, aunque
ellos creían verla, la profundidad. Allí, boquiabiertos, daban gracias a
la nave, que era pura apariencia sin motor, que solo estaba allí por Mi
mano. Incluso el ángel y el mago estaban allí por Mi mano. <br /><br />Avivé
las llamas, que subieron tan alto que se podían ver desde el campanario
del confín. Un monje hizo sonar las campanas, pero no había bomberos.
Todos corrían sin orden, como zombies, con las manos abiertas en busca
de algo esperanzador que hacer, pero no había nada. Se arrodillaban
mirando al cielo, a su cielo, sin verme a Mí. No dejaban de hacer lo
mismo, no había evolución, ni siquiera las casas dejaban de arder. Todo
tenía que hacerlo yo. <br /><br />Decidí dejarlos descansar. Se me ocurrió
matarlos a todos, pero no lo hice. Dibujé una lluvia gruesa de trazos
largos, densa, tibia, dulcísima. Todos bajaron las manos. Sus lágrimas
se confundían con la lluvia. Se abrazaban. Yo sonreí, beatífica yo. <br /><br /></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzE7lfxxrmxDEozf2-CvHJ3tmCLOp2mMyES1P_RTLKelHO8D788BN86hzc6AaTEgFri1oIhVk4o6d6p1wT6O7whIRCFfFMFKTXqFlFJUpNrV5X1iNsOLWg5hSsimOBjjG5uJrhA2cv1bSSRIAiZzl-vgEFHIPcC8pAKgdL3h7UmNmnmnLKOJhhkt1A/s1080/NVE.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="827" data-original-width="1080" height="245" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzE7lfxxrmxDEozf2-CvHJ3tmCLOp2mMyES1P_RTLKelHO8D788BN86hzc6AaTEgFri1oIhVk4o6d6p1wT6O7whIRCFfFMFKTXqFlFJUpNrV5X1iNsOLWg5hSsimOBjjG5uJrhA2cv1bSSRIAiZzl-vgEFHIPcC8pAKgdL3h7UmNmnmnLKOJhhkt1A/s320/NVE.jpg" width="320" /> </a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"> </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">Daniel Martín Díaz <br /></div><br />Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-90003576251336833222023-02-26T16:48:00.003+01:002023-12-21T12:54:38.716+01:00Revuelvo enlaces y pestañas <br /> con apresuración <br /> en busca de algo que me asiente. <br /> Descarto Ashbery y Quignard, <br /> descarto Valente. <br /> Encuentro al fin los trece pájaros negros <br /> de Wallace Stevens. <br /> Los leo traduciéndolos intuitivamente. <br /> Me asientan. <br /> Sólo se mueve en la mañana oscura <br /> el ojo de un pájaro negro.<p></p>Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-13495344470850472872023-02-25T20:52:00.010+01:002023-12-21T12:55:34.304+01:00Mamo de lo no existente. <br />Es mi natural terreno, el duro, el del rojo hierro, barba de chivo, pezuña helada. <br />No sonrío a la rima. La detesto. <br />Reniego de ella, del ritmo, de la sumisión. <br />¿Soy lo suficientemente violenta para este pretendido desprecio de un mundo que necesito? Soy como uno de esos amantes sin pureza que luchan consigo mismos y se vapulean con la excusa de ti. No puedo abofetear, me recojo con falsa humildad en el silencio.<br />Me han dicho que existo y la vergüenza me anega, la riada me anega, la sucia de tierra y ratas. <br />Hay algunas personas para las que podría escribir si no opinaran, si entendieran que pueden ser solo mirada. ¡Como si fuera poco! ¡Como si yo necesitara consejo! ¡Ya quisiera ser yo solo mirada!<br />Reniego. <br />Arreniego.<br />Como una niña con tijeras me propongo caminitos de cartas. De cromos. De migas. <br />¡Yo qué sé! <br />También yo me vapuleo. <p></p>Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-44314272026884623572023-02-16T09:49:00.005+01:002023-12-21T12:57:12.949+01:00La hierbaUna vez saqué patatas de la tierra negra. Fui con los vecinos de los abuelos. Era amiga de sus hijos y por aquel entonces los niños del campo también trabajaban. Una partida a la yerba. A la siega. Por las altas montañas hasta Santa Yocaya. No hacía sol. Mundito interior en una campana de cristal. Mundito ondulado y recorrido por caminos invisibles. Yo no participé en la siega, pero me dejaron sacar patatas del surco bajo la luz blanca, en la ladera inclinada, junto a la cabaña. Era como si las arrancara. Regresé tumbada sobre el heno acopiado en un carro del país, de los que cantaban, con otros niños. El carro estaba tan cargado que apenas si cabía por las caleyas pendientes y enredadas y las ramas nos tocaban la cara. Los hombres guiaban a las vacas entre las piedras irregulares con gritos tronantes: ¡Uó, Morica! Me metí una hierba en la boca sabiendo que repetía un gesto ancestral. Que participaba en un rito ancestral que pinto ahora en alabanza.Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-51911902117764454842023-02-14T20:19:00.004+01:002023-12-21T12:59:52.266+01:00La regla del amorLa gente se ríe de mí a veces por la calle. Ayer una señora se puso en cuclillas y me dio la mano. ¿Qué tal está usted?, me dijo agitando mucho la mano como un muñeco de cuerda y sonriendo con dientes desiguales. Yo me quedé callada, aturdida de humillación. Sin embargo, es San Valentín y él no consigue confiar en mí. No es capaz de creer que lo quiero. Como si yo fuera demasiado grande, demasiado inasible. <br /><br />Durante años le he hablado pensando que me entendía, y ahora veo que no sabe leer en mí. Que tiene uno o dos parámetros para evaluar el amor, como tiene uno o dos parámetros para evaluar casi todo. Y no son esos mi especialidad. Todos mis demás signos pasan sin ser vistos. Mi preocupación, mi sonrisa. Todo lo que comparto con él. No lo aprecia. Él decidió que tendría Una Regla del Amor.<br /><br />La regla del amor mide lo que doy a otros y no de lo que le doy a él. La regla con la que pega palmetazos encima de la mesa mide las miradas que dedico a otros. Él ni siquiera las ve, pero las imagina. Con su regla mide mi amor. Su regla con medidas demasiado groseras e inflexibles. Cuando se miden las cosas con las reglas inadecuadas se dejan de percibir datos fundamentales. Mi amor ha de ser filtrado con seda es tanta la variedad y finura de sus signos. Cada gesto es tan pequeño y magnífico como yo misma. Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-47232107770493836952022-12-17T20:15:00.009+01:002023-12-21T12:58:27.387+01:00Vi el invierno desde el tren<p>Vi el invierno en ciernes en el puerto, desde el tren, entre los túneles. Me enfurecía la luz interior que se reflejaba en los cristales, mi cara en medio enmascarada, los destellos de las gafas.</p><p>Sombras profundas, una sima, un foso de dragones. Parpadeo de los túneles.<br /><br />Terciopelo oscuro y ondulado cayendo al fondo, un erizarse de cuchillos en lo alto.<br /><br />Pero todo eso no era el invierno. <br /><br />El frío se hacía uno con la tierra hondísima, se encogía bajo un manto de hojas deshechas. <br /><br />Oscuridad, luz, oscuridad. Rechinaba el tren en la trabajosa bajada como si fuera un barco. <br /><br />La pared de arcilla, con las raíces heladas. Un reguero, un ave que se levanta. <br /><br />Túnel. Espera. <br /><br />La exhalación, el cuerpo precioso del invierno cubierto de vello, estremecido por la caricia del sol. </p>Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-53742792641424649972022-09-14T08:46:00.003+02:002023-12-21T13:00:25.928+01:00Solo el vientoEn las escalinatas, gruesas alfombras vino, una espesura roja.<br />Ahí estábamos entonces en la caja atravesada por el viento, la neoclásica<br />con sus retratos de prohombres, de los grandes ventanales tan hermosa, <br />decimonónicos y olor a mar rizada, las cortinas color crema como velas que se hinchaban.<br />Pues ahí estábamos felices alineadas en las sillas esperando a nuestras líderes a mano<br />los aplausos que hablaran recatados.<br />Nuestras mejores galas en la caja <br /><br />neoclásica del viento. El instrumento.<br /><br />Los ventanales, los susurros sus sonrisas en la caja la neoclásica del viento, <br />todas sin rasgos, mar abierto, sangre abajo,<br />los cuchicheos, las cortinas en el viento. <br />La garganta, el instrumento. Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-85428213473960422922022-08-30T20:50:00.003+02:002023-12-21T13:01:37.091+01:00Historia de amorLo veo desde arriba. Su espalda que se ensancha en los hombros, perfecta, curvada, no observada, tranquila, con la capucha arrugada. En frente, la chica de amarillo, carnosa, con mangas de farolillo, pelo liso. Son dos jóvenes de un barrio obrero, pero tal como ella se ríe un poco mirando a la vez al lado, cómpice e inteligente, tal como él la mira confiado, firme, tan presente, ay, amigos, podrían protagonizar la historia de amor del milenio, sino fuera porque la quiero feliz y, claro, una historia de amor feliz no será nunca un hit. Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-65169840335277854492022-08-30T19:43:00.006+02:002023-12-21T13:02:01.167+01:00Demontre de bichos<p>La reina emerge de su largo sueño, mira en torno, se despereza un poco cursimente en su nido de amor. Su nido es de amor, sí, aunque no recuerde el nombre de sus amantes. Se pinta las uñas de los pies, toca el piano, se quita el chándal, se pone una bata de encaje a juego con el camisón, sin ropa interior, y empieza, a pelo, sin un grito, sin ayuda, a parir. Uno tras otro. Pare hijos que crecen a velocidad de vértigo, que crecen mientras aún su madre sigue pariendo hermanitos, y los mayores, al menos, se meten todos a la construcción. De peones, sin especialización. Creo. No estoy segura. Cortan la madera que da miedo: la arrancan, más bien, de los árboles, sin hachas ni nada. ¡Con la boca! Y miedo darán, pero lo hacen todo bien: albañilería, grifería, electricidad. Todos se ponen con urgencia a construir sus habitaciones, para ellos y sus hermanos y hermanas, todas hexagonales en un estilo brutalista, futurista sin tecnología avanzada. Y la mamá, la reina, venga parir. Pare al mismo ritmo al que se crean las habitaciones, como si pariera habitaciones, todas individuales. En cierto momento, dos hermanas se pelean por la habitación con ventana, pero es una pelea ridícula con aguijones infantiles y se olvidan en seguida. Son buenos niños, en realidad. Las neñas más peligrosas cuando se enfadan. Pasa el tiempo, no sé cuánto, y resulta un poco aburrido de pensar, así que nos lo saltamos. Es agosto. La canícula. Camina por debajo de una rama Ramón de Josefa, que viene de la huerta que tiene fuera de la aldea, detrás cel prado que llaman la Peral. Va pensando en su mujer, que anda rara, cansada. Tiene miedo de que enferme. Nota algo en la oreja, que es grande y abierta, y roja como una vidriera de carne porque está el sol detrás, y le suelta un zambombazo a ese algo que tenía allí molestándolo. Demontre, dice. ¡DEMONTRE de bicho! Inmediatamente nota que se le pone la piel tirante, la hinchazón misma nota, y dice: Avispa. Demontre de avispa. ¿La habrá matado o volverá? Y mira atrás y ve venir un pequeño grupo de valkirias, dando alaridos, con las cejas hirsutas y la lanza en ristre. ¡Mierda! Así que tira la fesoria al suelo y echa a correr a ver si llega a casa Donato a tiempo. Ve la casa de Donato en la colina, se ve a sí mismo y a los terminators esos desde afuera como en un cuadro de Patinir. Jadea, dice ay Dios que me matan. Pero no lo matan. Llega a casa Donato, entra y cierra la puerta, las dos hojas, la de arriba y la de abajo, y corre a la cocina para cerrar la ventana, si estuviera abierta, y lo está, así que la cierra. Y se pone a pensar. ¿Y si ahora están enfadadas y van a buscar en quién vengarse, su mujer, o donato o el perro? Ay, qué mala suerte. <br /><br /> <br /><br />¿Continuará? Seguro que no. </p>Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-39751453961364623552022-08-23T21:02:00.003+02:002023-12-21T13:04:07.852+01:00Habla más suave<p>Habla más suave: eres mayor que aquel</p><p>que fuiste tanto tiempo; eres mayor</p><p>que tú mismo y sigues sin saber </p><p>qué es la ausencia, el oro, la poesía.</p><p><br /></p><p>El agua sucia anegó la calle; una tormenta breve</p><p>sacudió esta ciudad plana, adormecida.</p><p>Cada tormenta es un adiós, cientos de fotógrafos</p><p>parecen sobrevolarnos, inmortalizar con flash</p><p>segundos de miedo y pánico.</p><p><br /></p><p>Sabes qué es el duelo, la desesperación</p><p>violenta que ahoga el ritmo cardiaco y el futuro.</p><p>Entre extraños llorabas, en un momento almacén</p><p>donde el dinero, ágil, sin cesar, circulaba.</p><p><br /></p><p>Has visto Venecia, y Siena, y en los lienzos, en la calle,</p><p>jovencísimas, tristes Madonnas que ansiaban ser</p><p>muchachas normales y bailar en carnaval.</p><p><br /></p><p>Has visto incluso pequeñas urbes, nada bonitas,</p><p>gente vieja extenuada por el sufrimiento y el tiempo.</p><p>Ojos de santos morenos brillando en iconos</p><p>medievales, ojos ardientes de bestias salvajes. </p><p><br /></p><p>Entre los dedos cogías guijarros de la playa La Galère,</p><p>y de pronto sentías por ellos una inmensa ternura,</p><p>por ellos y por el pino frágil, por todos los que allí</p><p>estuvieron contigo y por el mar,</p><p>que aunque potente, es tan solitario...</p><p><br /></p><p>Una ternura inmensa, como si fuéramos huérfanos</p><p>de la misma casa, para siempre apartados los unos de los otros,</p><p>condenados a breves momentos de visitas</p><p>en las frías cárceles de la actualidad.</p><p><br /></p><p>Habla más suave: ya no eres joven,</p><p>el éxtasis ha de pactar con semanas de ayuno,</p><p>has de elegir y abandonar, dar largas</p><p><br /></p><p>y hablar extensamente con embajadores de secos países</p><p>y labios cuarteados, has de esperar,</p><p>escribir cartas, leer libros de quinientas páginas.</p><p>Habla más suave. No abandones la poesía.</p><p><br /></p><p>-----</p><p>Adam Zagajewski, "Poemas escogidos"; traducción de Elzbieta Bortkiewicz. Pre-Textos, 2005</p><p>—//—//—//—//—</p><p>Ha caído en tierra castigada y la ha hecho llorar.</p>Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-67520100232273339272022-08-07T10:45:00.007+02:002022-08-07T10:45:37.469+02:00OcéanoEl niño lleva agua desde el pozo que ha excavado, el foso de un castillo blando, inestable, que, si te fijas, no parece siquiera un castillo, no es un castillo, es una montaña malfecha, una cosa amorfa y boba, al mar. Se le derrama por el camino y cuando llega a las olitas y vierte el agua, bien poca es. Y vuelve al castillo por así llamar a eso, que ni a cosa llega porque no tiene forma, y empieza de nuevo. <br />Qué bobo. Mira hacia mí y sonríe orgulloso. Mi mirada abarcadora lo sitúa bien entre el Océano infinito y los hombres, los miles de millones vivos, los incontables muertos. Cuánto tiempo pasará haciendo esto. Déjalo que disfrute sin ser consciente de su pequeñez. ¿Quién es ese niño ridículo, qué delirios de grandeza lo mueven? ¿Qué se cree? Quién se cree.<br />¿Debo llorar por él, por la intrascendencia de sus actos? <br />¿O debo jugar con él?Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-50533951880354740272022-08-02T20:18:00.006+02:002023-12-21T13:05:20.442+01:00TemblarNo me gusta quien hace el ridículo, no, no, no. No es eso. A quien hace el ridículo no se le descoloca un pelo, recorre el inmenso territorio ridículo sin saber dónde está, sin salir nunca de él, sin miedo, sin un temblor. Lo habita repitiendo chascarrillos con el desparpajo y la seguridad de quien come algo crujiente frente a la tele o cree que una mentira repetida se convierte en verdad.<br />No, no. A mí lo que me gusta, la gente que me gusta, que me excita sexualmente, os lo juro, es la gente que se enfrenta al ridículo. La piel enrojecida, la cabeza alta, la voz como una cuerda fina que se suelta, y, oh, los ojos rojos, los ojos rojos de humillación rabiosa, todo eso me parece maravilloso. No, no, no. No soy sádica. Es admiración. Admiración por su valentía, sin más. La primera vez que hablé en público mis hijos, aunque eran pequeños, ¿habrá alguien más crítico con sus padres que los hijos?, dijeron que se me veía muy nerviosa, que me temblaba el papel en la mano, que sentían vergüenza por mí. ¡Pero a mí eso no me importaba! ¡Debía enternecer y admirar a quien me apreciara! Reivindicaba su respeto. ¡Bobos! ¿No veis que me atrevo, que me enfrento? ¿No veis que el valor es temblar?Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-24689097332614387592022-04-29T12:41:00.003+02:002023-12-21T13:05:47.576+01:00Hermana, amor<p style="text-align: center;"> El centro del universo: el vacío <br />que de pronto deja alguien amado<br />al desvanecerse<br />en mitad de un paso. <br /><br />Una calle oscura es bañada<br />por el sol y en él se sumerge mi hermana.<br /> <br />Sol en los ojos.<br /><br />Liquidez.<br /><br />Y en mitad de un paso<br /><br />se desvanece.</p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0VRt-kmch02UpP4osdx6i1Fu7qSXkVffBpeG8yyUBjwcG6Dtkq2XOz8tYNENahJ_WUufwLIvQXgYArgvOBuJboOMZ3fKTRBBI1v44tlIYh1-f6fsysC6zLlob1m80-Q9c6c2ElBe8iG4Vfpg6_3ZZvcB_J6D78_hUmDi06iAkIxrxav0p8lgY4f_m/s947/279483342_10223888239646260_8977147475077254261_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="937" data-original-width="947" height="396" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0VRt-kmch02UpP4osdx6i1Fu7qSXkVffBpeG8yyUBjwcG6Dtkq2XOz8tYNENahJ_WUufwLIvQXgYArgvOBuJboOMZ3fKTRBBI1v44tlIYh1-f6fsysC6zLlob1m80-Q9c6c2ElBe8iG4Vfpg6_3ZZvcB_J6D78_hUmDi06iAkIxrxav0p8lgY4f_m/w400-h396/279483342_10223888239646260_8977147475077254261_n.jpg" width="400" /></a></div><br /> <p></p><p> </p>Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-79139250250920575632022-04-03T19:12:00.004+02:002023-12-21T13:06:19.871+01:00<p> Aguanieve. </p><p>Mi calle en sombras en el fondo de un barranco. </p><p>Las ventanas apagadas de la fachada de en frente. </p><p>Cuando deja de llover sale un sol cegador <br /></p><p>y las ventanas se abren.</p><p>Se elevan brillando como palomas.<br /></p>Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-73977204354753056212021-06-30T21:07:00.003+02:002023-12-21T13:07:02.847+01:00A Julio César no le dan miedo los que disfrutan de la comida y el sexo, los que persiguen riquezas. Le dan miedo los flacos y pálidos.Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4882917780935303408.post-22033379926174056562021-06-30T20:36:00.003+02:002023-12-21T13:07:18.259+01:00 Intento entender a los enloquecidos cuervos. No sé si ríen, se alertan, se toman el pelo, se desafían. Hasta que suena el tiro. Estefanía Gonzálezhttp://www.blogger.com/profile/03486954335534337479noreply@blogger.com0