18 de junio de 2021

Serendipia de pastores

Leo lo que decía Rilke en Ronda de los pastores: «hombres situados al margen, sometidos a la plenitud de la influencia cósmica». Lo erguido, lo firme sobre la tierra y cercano al cielo, lo que une dos mundos.

Luego encuentro aquella antología del pastor Miguel Hernández que disfruté en mi juventud primera y, ahora que me estoy volviendo lectora de vidas, leo la introducción y me emocionan la sensibilidad natural aquella suya de lanzador de honda, la intensidad de su alegría y de su dolor. 

Y por fin caigo en Sam Shepard, en su último libro, y vuelvo a pensar erróneamente en pastor (shepherd). Erguido y erecto hasta su muerte. Antes me habría identificado yo sin dudar con Jessica Lange y con las chicas con que engañaba a Lange, pero ahora descubro que me identifico, por la edad y las canas, con Patti Smith, amiga eterna admirable sin el menor sex appeal. Y reconozco y acepto una pizca de amargura en este camino de objeto a sujeto, de cuerpo a espíritu. Porque yo... ¡yo querría gustar a Sam! 

Estas asociaciones fortuitas que pueden traer consigo hallazgos aparentemente fortuitos gustaban mucho a mi padre. Juegos o ejercicios de serendipia los llamaba, a partir de aquella película, Buscando a Forrester. Muy de moda en esta casa durante un tiempo, la serendipia.



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