2 de octubre de 2023
Un día perfecto
Atravesamos la ciudad en ruinas hacia un mar inalterable. Nos protegía del sol la sombra de las colinas. Subimos y bajamos senderos entre prados que se hechían y deslizaban luego por hendiduras hacia la arena. A la izquierda dejamos playas estriadas como costillas, huesos de la roca. Luego, un playón inmenso y relamido con la marea recién bajada y banistas lejanos como hormigas. Incluso a esa distancia, desde arriba, señalamos dos niños de dos años con sus cubos y paletas, sus sombreritos, su caminar torpe, su piel sobrenatural. Al regreso hicimos el amor, comimos un poco de carne y ensalada, hablé con mi hermana. Se puso al cabo el clemente sol de otoño.
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