10 de abril de 2025

Trajeron el estandarte. Había un reguero bordeado de calas a lo largo del camino. Levantó el estandarte y lo que quedaba de su ejército gritó tres veces su nombre. Los hombres esperaban un discurso, una indicación de futuro, una orden, pero él callaba, erguido en su caballo. Tras unos chopos muy viejos, un sol bajo. Cuerpos retorcidos en posturas imposibles cubrían el suelo ensangrentado, algunos hombres comprimían sus propias heridas o se apoyaban en compañeros. Su lugarteniente lo miraba. ¿Está bien, señor? Como en sueños fue hacia el macizo de calas, sus lugartenientes tras él, el estandarte tras él. ¿Qué hacía ahí? Copas blancas, fondo oscuro, sol dorado. Tocaron su brazo, alarmados. Dieron vuelta a su caballo de modo que el reguero, las flores, los chopos y el sol quedaran a su espalda. Los hombres esperan un gesto. De espaldas a la belleza, levantó su espada y los hombres gritaron.
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