13 de noviembre de 2013

Pequeño

1.
Cuando tenía 10 años se dio cuenta de que podía recorrer el mundo, no en 80 días sino en 6 horas. Eso le dijeron. Le produjo una angustia inmensa. Tierras desconocidas. Quería ser exploradora.
-¿Qué puedo explorar? ¿Me dejas explorarte? -le dijo.
Le dijo que si le dejaba explorarlo y no él tuvo nada que objetar a la idea. Sólo que no viniera con mapas. Que lo respetara. En realidad estaba muerto de miedo y ella lo sabía. Sacó unos prismáticos y se puso a mirar los poros de su piel. Y los bosques. Y las montañas y valles. No se sintió suficientemente tranquilizada, pero él tembló todo el tiempo.

2.
Luego seguía descubriendo de cuando en cuando lo minúsculo que era el mundo. Él amaba la pequeñez del mundo.
-Me encanta que el mundo sea así de pequeñito y cuco.
-Yo lo odio. ¿Dónde queda el tiempo de los grandes exploradores?
-Qué va qué va. Puedes recorrer el globo de gran hotel en gran hotel y no sales de tu facebook, really.
-Yo quiero perderme en una selva en la que descubra seres con caras en la barriga. Y plantas de las que nazcan fetos.
-Ya estamos.
-No quiero limitarme a sobrevivir. ¡No quiero!

3.
Aquí al lado de tu casa hay un patio en el que nunca he estado. Alguien construyó un castillo de madera, en serio lo digo, con sus torres y almenas, que ahora está carcomido y lleno de excrementos de pájaro. Pero si te acuclillas dentro no ves más que las nubes y la esquina de un alero con un canalón del que cae una larga hilacha de musgo baboso. Es como una casita.
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