5 de marzo de 2024

Duelo

El frío me penetraba lentamente y reblandecía mis huesos, así que salía al césped a tirarme al sol con Abades. Salía del olor de la piedra al olor de la tierra. Salía y me tiraba al suelo con este libro que creía haber cogido al azar de la librería y otro que también creí coger al azar, pero que tan perfecta compañía hacía al primero que no, no pudo ser azar. Un librito sobre pintura romántica de Acantilado, de Rafael Argullol. Los leí a la vez. Salía al pequeño prado junto a la basílica y leía mientras el sol lamía lentamente mis huesos de espuma, y me expandía un poco. A veces había niños que se me lanzaban encima y me cabalgaban llorando. Otras turnaba a mi marido en la oscuridad de piedra para que él viera el sol. Se protegía los ojos al salir, como un vampiro. Vendimos muy poco. Cuando yo estaba erguida los que pasaban no se atrevían a mirarme porque espantaba. Pero me tendía sobre la tierra no del todo seca, sobre su exhalación. Me tendía sin tiempo. Abades es medieval, romántica, postmoderna, y su belleza deja los ojos en blanco. El mar estaba cerca y había un sol que no quemaba. Mis huesos, como el monte Saint-Michel en que levanta su abadía Éble en el libro, estaban hechos de agua y arena, y mi alma era de aire y fuego blanco. Todo lo había llevado la riada y los elementos se habían fundido en un caos claro y no se separaban. Como el paisaje sin forma que contempla el monje de Friedrich de la portada de no sé qué edición de Abades, así nos deshacíamos y fundíamos yo y el mundo, dulcemente podridos, blandos, amantes. Y cuando vuelvo a tomar como hoy el libro y lo empiezo me fundo otra vez y me deshago, dulcemente podrida, blanda, amante.

1 de marzo de 2024

Morir en paz

Habló así recientemente a uno de ellos; lo sabemos por la enfermera principal, que estaba allí y ayudó a sostener al agonizante. Era uno de esos que para terminar provocan una escena espantosa y no quieren morir de ninguna manera. Entonces Behrens lo llamó al orden: “¡Haga el favor de comportarse!”, Dijo, y el enfermo se calmó al instante y murió completamente en paz.


La montaña mágica, Thomas Mann

24 de enero de 2024

 Allí -dijo- entra al servicio del poder que te ofrezca un contrato más cómodo que este: poder comprar la vida de tu hijo con la tuya propia.  


Del mismo modo que la canción se aúna con la voz que la canta, del mismo modo que el camino se aúna con la meta, del mismo modo que los amantes se funden en un abrazo, así el hombre se aúna con su destino, y lo amará como a sí mismo.



El acre del dolor, Isak Dinesen

22 de diciembre de 2023

He salido sin gafas y con John Coltrane a la ciudad llena de luces y tiendas y gente con bolsas y perros y niños. No hacía frío. Flotaba yo entre la metralla, caminando rápido llevada por mi música, excitada por mi música y porque mi amiga no responde a mis mensajes y me he preocupado. ¿Por qué no responde al teléfono? Sin las gafas veo formas de luces como peces abisales. Han llenado los árboles escuálidos de bombillas doradas y cuelgan medusas luminosas en el aire. He llegado a su casa. No hay nadie. Es un primero de grandes ventanales y están todos a oscuras. Me tranquilizo. Ya llamará. Vuelvo a ponerme las gafas, a encender mi música, a quedar sola, y recorro la ciudad como un buzo.

21 de diciembre de 2023

Anotar el mal

Pero es verdad que escribir no consiste en levantar la mano hacia el cielo. 

Escribir no consiste para nada en bendecir. 

Escribir es bajar la mano al suelo o a la piedra, o al plomo, o a la piel, o a la página, y es anotar el mal.

 

P: Quignard, Las lágrimas, cit. Damiano

12 de mayo de 2023

Eisejuaz



Ángel del anta, haceme duro en el agua y en la tierra para aguantar el agua y la tierra. Ángel del tigre, haceme fuerte con la fuerza del fuerte. Ángel del suri, dejame correr y esquivar, y dame la paciencia del macho que cuida de la cría. Ángel del sapo rococo, dame corazón frío. Ángel de la corzuela, traeme el miedo. Ángel del chancho, sacame el miedo. Ángel de la abeja, poneme la miel en el dedo. Ángel de la charata, que no me canse de decir Señor. Díganme. Vengan aquí; prendan sus fuegos aquí; hagan sus casas aquí, en el corazón de Eisejuaz, ángeles mensajeros del Señor. Ángel del tatu, para bajar al fondo, para saber, cuero de hueso para aguantar. Ángel de la serpiente, silencio. Vengan, díganme, prendan sus fuegos, hagan sus casas, cuelguen sus hamacas en el corazón de Eisejuaz.

***
"Mensajeros del Señor, vuelvan. Vuelvan para que pueda hablar al Señor.” Quedé sin fuerza. Quedé enfermo. Sin fuerza para levantarme, para trabajar en el aserradero. Abajo de un quebracho. Allí vi las arañas y una bandera que habían tejido desde el quebracho hasta el incienso, y allí estaban todas como las estrellas en el cielo. Yo pensé: “¿Irá tal vez a tejerse una tela para mi corazón?” No tenía fuerza, ni pude abrir los ojos. Y lloré. “¿Qué te hice para que me retires tus mensajeros? Ahora me tengo que morir.” Vacío de mensajeros, el corazón se estaba por apagar. Hueca, el alma por irse. Dije: Tanto sufrimiento, mi mujer no puede aconsejarme. Qué te hice yo. ¿Para esto me compraste?” Vi las arañas como pájaros en las lagunas, como pescados que bajaron por el río, todas juntas en la bandera tejida desde el quebracho hasta el incienso. “¿Una red se irá a tejer para pescar a los mensajeros y pegarlos de nuevo en mi corazón?” Pero nadie no me contestó.

28 de abril de 2023

Sin euforia

Sin euforia.
Que cada día sin terror no sea un triunfo.
Y que la paz no sea un triunfo. Que nos tome sin euforia en su regazo.
Así, tranquilamente lo pequeño sin euforia, no lanzados, no caída. Sin euforia
y sin chirrido saborear lo suave casi aire casi nada sin euforia ni estridencia sin euforia
atravesar la tentación, atravesar la pena, existe, dime, la alegría sin euforia, atravesar las olas y la espuma sin euforia, dime, existen sin euforia los felices días del pasado y del futuro sin euforia. Sin duda existen la mirada sin euforia, la ternura sin euforia.
Albergaremos en la boca todo el cielo, sin euforia.

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