Pero es verdad que escribir no consiste en levantar la mano hacia el cielo.
Escribir no consiste para nada en bendecir.
Escribir es bajar la mano al suelo o a la piedra, o al plomo, o a la piel, o a la página, y es anotar el mal.
P: Quignard, Las lágrimas, cit. Damiano
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